lunes, 24 de marzo de 2008

EL PAN DE VIDA

Objetivos:
a) Valorar al Señor Jesucristo como alimento espiritual diario e integral.
b) Comprender que Jesucristo es el Verbo de Dios; que nos imparte la Vida y mora en nosotros.
c) Comenzar a vivir la Presencia permanente de Jesús.

Texto base:
“Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás” San Juan 6:35

El cuerpo humano necesita ser alimentado para poder ejercer todas sus funciones, de lo contrario se debilita, enferma y hasta puede morir. La alimentación es una de las preocupaciones mayores de toda sociedad e individuo, a tal punto que ocupa un lugar preponderante en nuestras oraciones: “dadnos el pan nuestro de cada día”. La humanidad aún no se organiza para alimentarse, coexisten la abundancia y la miseria, la buena mesa y la hambruna; mientras estamos satisfaciendo nuestro apetito con ricos platos, al otro lado del mundo miles están muriendo de inanición. Este aspecto de la alimentación humana y que preocupó a Jesús cuando dio de comer a la multitud, multiplicando una cesta de cinco panes y dos peces, es uno de los más preocupantes para todo cristiano y hombre de buen corazón. No podemos seguir permitiendo que suceda un desequilibrio y una injusticia así en el planeta.

Algo que debemos considerar en relación al tema de la alimentación es también el control de nuestros apetitos. La comida es para vivir y no al revés; hay quienes hacen del comer su razón de existencia y caen en el pecado de la gula. ¡Cuántas enfermedades resultan de los excesos en la alimentación! Hay actualmente pautas médicas y mucha información que nos permiten lograr una alimentación sana, adecuada a nuestro cuerpo, que sumada al ejercicio diario, el aire puro y una actitud positiva, nos pueden llevar por un camino de salud física y mental.

Pero no sólo el cuerpo necesita alimentarse. También el espíritu, si no es nutrido adecuadamente, se seca, se agobia, se cansa, se debilita y hasta se muere. El Maestro lo enseña en Su Palabra cuando dice “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. Necesitamos alimentar el espíritu con la Palabra de Dios. ¿Qué tienen las palabras escritas en la Biblia de especial que dice esto Jesús de ellas? ¿Acaso no hay muchos otros libros inspirados? Los cristianos sabemos que la Biblia, escrita a través de varios siglos por diferentes hombres, es la Palabra revelada e inspirada por Dios[1]. Jesucristo dijo a propósito de sus palabras: “Mis palabras son espíritu y son vida”. En otra ocasión aseguró que escudriñando las escrituras encontramos la vida eterna. La misma Biblia da testimonio de sí misma cuando leemos en ella que “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia,/ a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16,17). Queda claro que el espíritu del ser humano tiene hambre de Dios y que esa hambre es calmada y satisfecha por la Palabra de Dios.

¿Qué quiere decir, entonces, Jesús cuando dice: “Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás” Jesucristo se autodefine como Pan de vida, es decir una Persona que puede alimentar al hombre y darle Su propia vida. ¿Puede algún ser humano decir esto sin ser calificado de antropófago o algo parecido? Los humanos nos alimentamos de vegetales, carnes de animales y minerales; es nuestra alimentación normal. Plantear alimentarnos de otro ser humano es una locura y un delito. Indudable es que el Maestro quiere decir otra cosa con estas palabras. No se trata de una alimentación natural sino sobrenatural. Él está comparando Su camino con el proceso de alimentación biológica. Quien sigue a Jesucristo encontrará plena satisfacción a su hambre de Dios porque Jesús mismo será como un pan que le alimentará diariamente. ¿Recuerda usted cuando ha estado enamorado? ¿Acaso esa relación no le ha satisfecho tan plenamente que usted ni siquiera quería comer? Algo similar sucede con la relación espiritual con Jesucristo, quien le lleva en su corazón ha saciado su alma y sólo anhela más de Él. No nos podremos quejar más de hambre ni de sed espiritual porque en Jesucristo hemos sido saciados. Este texto más que hablar de la Eucaristía o Santa Cena, nos habla de la relación de dependencia que tiene el cristiano con su Señor, similar a la dependencia que tiene un bebé de su madre.

En el versículo analizado Jesús asegura y promete que sus discípulos jamás tendrán hambre ni sed. Se refiere a ser saciados por Su vida sobrenatural. ¿Cómo sucede esto? ¿Como puede Él alimentarnos y nosotros disfrutar de esa abundancia espiritual? De la siguiente forma y por las razones que ahora exponemos:

1) Jesús es la Palabra de Dios. Conocemos la voluntad y verdad de Dios a través de las Sagradas Escrituras, pero más evidente es esa Verdad al contemplar a Jesucristo. Él es la segunda Persona de la Trinidad, el Hijo, que ha cumplido completamente la Palabra de Dios en su nacimiento, vida, muerte y resurrección. Por eso San Juan lo llama el Verbo de Dios. Él es la Palabra de Dios, es aquella palabra divina hecha Hombre; en Él se encarna toda la Verdad y el Amor de Dios. Todo lo que Jesucristo nos muestra en el Evangelio es la escritura vivida. Por lo tanto, si tenemos a Jesucristo en nosotros, tenemos la Palabra que nos da vida interior (San Juan 1:1-4).

2) Jesús nos imparte Su Vida sobrenatural. Cuando Jesús murió entregó su cuerpo de hombre en sacrificio pero liberó la vida Divina que en Él habitaba. Cada cristiano recibe esa vida sobrenatural por medio del bautismo del Espíritu Santo. Como el grano de trigo muere en la tierra para dar mucho fruto en una espiga con más granos, así fue necesario que muriera Jesús, para dar vida a muchos cristianos. Nosotros somos parte de esa espiga que resultó de la muerte de Jesucristo (San Juan 12:24). La vida natural (bíos) la recibimos de nuestros padres; la cual fue soplada en Adán cuando fue creado por Dios. Puesto que espiritualmente, después de la caída de Adán, estamos muertos en delitos y pecados, necesitamos recibir la vida sobrenatural (zoé), la cual es dada por Jesucristo en un nuevo nacimiento (San Juan 1:12,13). Él dice “Yo soy el pan de vida”.

3) Jesús mora en nosotros. Sabemos que el Espíritu Santo vive en cada cristiano, mas no todos saben y reconocen que Jesús vive en ellos, como espíritu vivificante (1 Corintios 15:45). Los apóstoles reconocían “Cristo vive en mi”; todo cristiano debe tomar conciencia de esta realidad, el mismo Jesús vive dentro de nosotros y desarrolla sus virtudes, sus obras y su capacidad generativa en mí (San Juan 14:19-23).

El Señor quiere ser tu alimento diario. Hoy Dios te está llamando a recibirle en tu interior, a nacer de nuevo, a desarrollar y hacer crecer tu fe, a vivir una vida nueva. Hoy está golpeando Jesucristo a las puertas de tu espíritu para entrar en él y desde allí gobernar y reinar en tu vida. Ábrele tu corazón y acógele como tu Señor. Nunca más se apartará de ti, nunca más estarás solo o sola, sino que Él será la Palabra viva que te alimente, te impartirá diariamente Su vida sobrenatural y morará en ti.

PARA REFLEXIONAR EN EL CENÁCULO:
1) ¿De qué modo estoy ayudando a los hambrientos y pobres de mi entorno?
2) ¿Qué estoy haciendo para tener mi familia y yo, una alimentación adecuada?
3) ¿Con qué frecuencia leo la Palabra de Dios? ¿Satisface plenamente mi necesidad espiritual?
4) Aplique los diez mandamientos a Jesús y vea de qué manera los cumplió.
5) ¿Puede precisar usted la fecha de su nuevo nacimiento o cuando nació a la vida espiritual?
6) Haga una oración tomando conciencia de la Presencia de Jesucristo en su espíritu, dentro de usted.

[1] La Biblia fue escrita por 36 personas a lo menos, en el curso de unos 1600 años.

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