jueves, 20 de enero de 2011

CÓMO INICIAR UN CENÁCULO.



Pastor Iván Tapia

Lectura bíblica: San Juan 15:16

Propósitos de la charla: a) Motivar a abrir las puertas del hogar y plantar un Cenáculo; b) Orientar y ordenar el desarrollo de la reunión de Cenáculo en las casas.

“No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo de” (San Juan 15:16)

Estas palabras fueron pronunciadas por Jesús a sus apóstoles en el contexto del cenáculo, en un discipulado personal e íntimo con ellos. En el tiempo de Jesús el término "cenáculo" se refería al comedor de la casa. Era el cuarto grande de arriba o aposento alto dónde el Maestro celebró su última cena con sus discípulos.

Nuestro Señor transformó el cenáculo en algo más que un comedor. Lo convirtió en un lugar dónde Jesús comparte íntimamente con sus amigos, los atrae a una comunidad de amor, llena de su Espíritu y envía a continuar Su misión. Hoy día, nosotros queremos imitarle a Él y a los primeros cristianos, abriendo cenáculos en todo lugar.

¿Desea usted abrir las puertas de su hogar para expandir el Evangelio de Jesucristo? ¡Es la más bella decisión que un dueño o dueña de casa cristianos puedan tomar! Vayan mis felicitaciones y la bendición del Señor para que ésta sea una obra de Dios. Indudablemente Jesús quiere que Su Cuerpo crezca no sólo en calidad espiritual sino también en cantidad de discípulos. Calidad y cantidad son dos metas que van unidas en el cumplimiento de la Gran Comisión dada por Él:

“Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones,
bautizándolos en el nombre
del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,
enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado;
y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”
(San Mateo 28:19,20)

La primera pregunta es ¿y cómo empiezo? Pues usted ya tiene la respuesta si quiere hacerlo. El Espíritu Santo ha puesto en su corazón algo fundamental: la motivación. No se detenga inútilmente a preguntarse si ese deseo nace de algo positivo o negativo en usted. Eso es algo que sólo Dios debe juzgar. Hacerlo es una pérdida de tiempo. Usted sabe que ama al Señor y Él ama salvar y santificar a muchos. San Pablo decía que no era juzgado de nadie y tampoco se juzgaba a sí mismo. (1 Corintios 4:3) Así es que ya tiene algo importante: como dice la canción, “ha decidido seguir a Cristo” y abrir su hogar para hacer el cenáculo.

El segundo paso es tan simple como el primero y consiste en orar. Le va a pedir al Señor diariamente dirección para escoger a sus invitados. Dedique mucho tiempo a ello. Declárele su amor a Jesús, acérquese a Él y muéstrele su proyecto, para que Él lo bendiga. “Al hombre le toca hacer planes y al Señor dirigir sus pasos” (Proverbios 16:9) Aquí se trata de orar por algo específico: personas para conformar el cenáculo. Estas pueden ser cristianas y no cristianas. Es bueno mezclar ambos tipos pues unas le ayudarán a convertir a las otras. Piense en aquellas personas con quienes tiene una relación de amistad. Basta con decidir por cuatro o cinco y ya tiene una lista interesante de invitados. La idea es cubrir en oración de amor y fe a todas las personas que usted invitará.

Cuando Dios ya le ha mostrado los invitados, entonces usted decida una fecha y hora para el cenáculo. Aquí es importante contar con el beneplácito y ojalá la colaboración del resto de la familia o los moradores de su casa, para impartir un clima agradable durante el tiempo que durará el evento. El lugar más adecuado es el comedor, en torno a la mesa, donde se servirá al término de la reunión un pequeño ágape, según la costumbre del lugar, sin bebidas alcohólicas.

Entonces el tercer paso es la invitación. Acérquese usted personalmente a aquellas personas que ha escogido y en forma privada y con suma amabilidad dígales: “Querido amigo, quiero hacerte una invitación muy especial para mi casa este viernes. Se trata de una reunión sólo para discípulos” No tiene que utilizar necesariamente las mismas palabras, sino que la idea es que la persona sienta que ella es alguien especial para usted, lo cual es real, pues, para Cristo que la está llamando, es alguien muy especial. La invitación verbal puede ir acompañada de una invitación escrita, lo cual le da mayor seriedad y formalidad a ésta, la cual puede ser redactada de la siguiente forma, a modo de ejemplo:

Usted está cordialmente invitado
a nuestra casa para compartir un tiempo de amistad y espiritualidad cristiana
este viernes a las 19 horas en Avenida Francia 739, Valparaíso
Teléfono 2 49 39 01
creasion@vtr.net

No use en la invitación términos como iglesia, cenáculo o evangélico, para evitar prejuicios que impidan la asistencia.

El cuarto paso es la planificación misma del cenáculo. Considere usted un mínimo de pasos: a) presentaciones, b) uno o dos cantos, c) oración de gratitud, d) peticiones, e) oración y unción por los enfermos, f) lectura y reflexión de la Palabra de Dios, g) bendición final y h) ágape. Veamos cada aspecto con más detalle.

a) presentaciones. En forma natural haga que cada invitado se presente brevemente. Evite en este momento el comentario de problemas o testimonios que no aportan al clima del cenáculo. Basta con que cada uno diga su nombre, estado civil, profesión y algún dato de interés general. Hay que detener a aquellos demasiado egocéntricos que sólo quieren hablar de sí mismos. Para ello se requiere de prudencia y simpatía (“sean, pues, astutos como serpientes, aunque también ingenuos como palomas”, San Mateo 10:16)

b) cantos. Elija dos canciones cristianas no muy largas, de fácil melodía y muy inspiradas, de preferencia basadas en algún salmo. Dé el ejemplo usted, cantándolas con naturalidad, con los ojos abiertos y dando alguna expresión corporal, sin exagerar para no “asustar” a sus invitados. Será muy bueno que usted reparta hojas con los cantos impresos, para que todos puedan seguirlo. Si en su familia alguien toca guitarra o piano, pídale su ayuda para acompañar con música, sin estridencias, pues el cenáculo es una instancia de intimidad con el Señor.

c) oración de gratitud. Manifieste usted, antes de hacer esta oración, lo importante que es presentarse al Señor dando gracias y no pidiendo de inmediato, como señala la Biblia: “Entrad por sus puertas con gratitud, por sus atrios con alabanza” (Salmo 100:4) Luego haga una oración en voz alta, calmada, pausada, inspirada, natural, dando gracias por la presencia de cada invitado y por la bendición de tenerlos en su hogar, en el nombre de Jesús, amén. Esta vez no haga petición alguna. El propósito es que en próximas oportunidades las acciones de gracias aumenten, participando cada invitado, quienes darán gracias por distintos favores de Dios (salud, casa, vestuario, etc.)

d) peticiones. Entregue a cada invitado tres tarjetas en blanco de 12 cm. por 7 cm. y pídales que escriban peticiones concretas y puntuales al Señor, no asuntos generales y ambiguos. Usted puede darles el ejemplo leyéndoles sus peticiones:

Señor: Te pido que quites de mi corazón la tristeza que siento por la muerte de mi esposo. Amén.

Señor Jesús: Te ruego que me des un trabajo para sustentar mi hogar y me enseñes a administrar el dinero. En tu nombre, amén.

Padre: Tú que eres el Labrador de Tu viña, trae nuevos hermanos a este cenáculo para que sea un pámpano con mucho fruto. Por Jesús, la Vid Verdadera. Amén

Haga que cada persona vaya leyendo una por una sus peticiones, por turnos, de modo que cada uno escuche al otro y conozca sus necesidades. Comente que esto permite aprender a orar los unos por los otros. Invite al término de la oración a depositar las tarjetas en una caja que usted ha preparado especialmente para ese fin: la caja de peticiones. Ésta debe ser presentable a la vista y motivadora a la oración. Finalmente tome la caja en sus manos y haga una breve oración de victoria sobre ella.
Padre: Te agradecemos la oportunidad que nos das de pedir por nuestras necesidades. Tú que dijiste “Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá” respóndenos a su debido tiempo. Esperamos confiados en Tu misericordia con plena fe en Tu poder. Por Jesucristo, nuestro Señor, Amén.

e) oración y unción por los enfermos. Dios quiere salvar y sanar. No hay mejor demostración de Su poder que en la sanación. A través de estos hechos maravillosos, Jesús muestra Su Soberanía sobre la Iglesia y la creación. Bríndele esa oportunidad al Señor de dar de Su amor a las vidas que han llegado a su hogar. Bríndele también una oportunidad a sus invitados de conocer el poder de Jesucristo, orando por sus dolencias. Diga: “Ahora haremos oración por los enfermos, ¿hay alguien enfermo? ¿Tiene alguno de ustedes alguna dolencia? Pues, pase y siéntese aquí. Oraré por él y lo ungiré con aceite, como lo señala la Biblia en Santiago 5:14,15“ Tenga un pequeño frasco de aceite perfumado, el cual es fácil de adquirir en el comercio. Cuando alguno pase a sentarse en la silla que usted indicó, pregúntele “¿Cuál es su problema?” Luego haga la oración de fe por sanidad y únjalo con aceite en la cabeza diciendo:
“Te unjo en el nombre de Jesús, por cuya llaga fuimos nosotros curados, y te declaro sano de todas tus dolencias. Amén”

También puede hacer repetir al enfermo el siguiente texto:
“Sáname, oh Jehová, y seré sano; sálvame, y seré salvo; porque tú eres mi alabanza” (Jeremías 17:14)

f) lectura y reflexión de la Palabra de Dios. Es el momento más importante del cenáculo. Escoja un texto sencillo del Evangelio y coméntelo. En su exposición válgase de ejemplos de la vida diaria y conduzca a sus oyentes hacia un cambio específico de actitud. Para tener claro su propósito, redáctelo antes de exponerlo y téngalo en su mente. Incluso es bueno leerlo al inicio de su comentario. Por ejemplo, si el texto es “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (San Mateo 4:4), el propósito puede ser:
“Que los asistentes comprendan, valoren y practiquen la Palabra de Dios”
O bien:
“Comprender que así como el cuerpo necesita comida, el espíritu necesita alimentarse con la Palabra de Dios”

Usted puede solicitarnos temas adecuados para su grupo.

g) bendición final. Solicite que todos se pongan de pie e inclinen sus rostros para recibir la bendición de Dios. Usted ora pidiendo al Señor Su protección sobre todos los presentes y sus familias, tanto en el aspecto material, psicológico como espiritual; pide fortaleza para enfrentar las dificultades y templanza para no ceder a la tentación. Finaliza su oración en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Luego invita a todos a abrazarse y bendecirse unos a otros.

h) ágape. Una sencilla comida, te, café o lo que usted estime conveniente; música cristiana de fondo y conversación espontánea, darán al término del cenáculo un ambiente muy grato, que hará sentir a los invitados muchos deseos de volver a la semana siguiente.

¡Qué el Señor bendiga su valiente determinación de abrir un “cenáculo” en su hogar! Recuerde que no está solo o sola en esta misión. Él le acompaña, conforme a Su promesa:

“yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”

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